Esta primavera se lleva el verde. La tendencia cromática procede de Verdechulo, coqueto restaurante que abrió sus puertas en agosto del año pasado en la plaza José María Forqué de Zaragoza.

Al frente de este pequeño establecimiento con nombre de perejil (aragonesismo turolense) se encuentran Mario López y Toño Corchón. Mario es un profundo conocedor de los productos de alta calidad, conocimiento sustentado sobre muchos años de trabajo en la distribución de firmas gourmet para hostelería. Con este aval y un servicio de sala ejemplar, responsabilidad de Toño, nos dejamos llevar junto a unos compañeros de prensa gastronómica por las sugerencias de la casa.

Primero sorprende una carta que, como nos confiesan los propietarios de Verdechulo, no para de crecer en número de propuestas, complejidad, y ganas de entusiasmar al comensal.

Las paredes están vestidas con exposiciones de pintura que se renuevan cada dos meses. El local está decorado con una agradable sencillez, que nos recuerda a un pequeño y tranquilo bistró, y ofrece la posibilidad de tapear en una terraza soleada -sin tráfico-  y de grandes dimensiones, o pasar el rato en una barra atractiva, antesala de los dos salones (para 15 y 30 personas).

Teníamos tres opciones: Carta, Menú o el cocido madrileño completo a 14.90 euros que ofrecen -acertadamente- el viernes en lugar de hacerlo los jueves de labor. La arrebatadora propuesta del menú decidió por nosotros.

Nos decantamos por un Huevo a baja temperatura con Boletus y foie, unos sabrosos Garbanzos con chipirones, el estupendo Bacalao con salsa Verdechulo, Carrilleras de cerdo con manzana y al vino tinto, Yogur artesano de miel y crocanti de almendra, y no podía faltar en estas fechas la Torrija de brioche con helado de caramelo y sal.  Todo ello precedido de una tabla de excelentes embutidos grausinos de la familia Melsa, a un precio de 16.90 euros. Realmente competitivo.

Fuera de menú, tuvimos ocasión de conocer el «Minutejo», o dicho de otro modo, unos deliciosos y contundentes bocaditos de oreja a la plancha con salsa brava casera, elaborada a partir de una reducción de caldo de carne con cebolla y su pimentón. Una alternativa distendida y divertida que disfrutaré de nuevo en la terraza.

En resumen, producto de calidad acompañado de leves guiños de modernidad, donde predomina el culto a la tradición, a los sabores de siempre, presentados con mimo y sensibilidad. Auguro muchos éxitos para este oasis situado en el centro de la ciudad, en el corazón de una bella plaza exenta de atosigados, malencarados y ruidosos.