“La nueva añada 2020 de ENATE Chardonnay-234 se expresa vibrante, con gran carga frutal y con un frescor  tonificante”, me dice al teléfono mi admirado Jesús Artajona, director Técnico de ENATE. «Un vino con el que tratamos de mantener el estilo año tras año, a pesar de la dificultad”, continúa con su relato. Y mientras tanto, pienso en anteriores añadas del ENATE Chardonnay-234 que pasaron por mis manos, esquivaron tentaciones, y se mantuvieron en mi bodega sin prisas, durante unos meses tras su embotellado, proporcionándome gratísimos momentos de felicidad aquí inconfesables.

Ya podremos disfrutar de la nueva añada del Enate Chardonnay 234. Llega con un estilo que marca tendencias año tras año, desde que abrió los ojos por primera vez. ENATE Chardonnay-234 2020 está elaborado con uva chardonnay procedente de la parcela 234, de la que recibe nombre, ubicada en el Valle de Enate. Una zona caracterizada por suelos frescos y profundos, de textura franco-arenosa, menos calcáreos que en otras zonas, y un clima influenciado por la cercanía del Pirineo y el contraste de temperaturas noche-día durante el período de maduración, que le confieren a esta variedad unas particularidades únicas.

Además, el 2020 ha reunido las condiciones climatológicas ideales para dar lugar a una añada excelente. Y es que, “pese a un inicio de año atípico desde un punto de vista climatológico, marcado por las intensas lluvias y un clima tropical hasta bien avanzada la primavera, el verano fue caluroso y seco, sin ser excesivo, lo que propició una maduración completa de la variedad chardonnay”, explica Óscar Olivera, del departamento de Viticultura de ENATE.


Míralo bien: De color amarillo pálido y reflejos glaucos, ENATE Chardonnay-234 es un blanco de complejo e intenso aroma varietal de manzana verde, melocotón maduro, hinojo y frutas exóticas (guayaba, fruta de la pasión), que reposa sobre un discreto fondo mineral. En boca, muestra un paladar amplio, graso, con un paso limpio y fresco gracias a su acidez sostenida y un final ligeramente almibarado. El aliado perfecto de pastas, pescados, mariscos y carnes blancas. Y es que este vino es el resultado de un proyecto pensado con sosiego que rompe con la tradicional imagen de fragilidad que arrastran los vinos blancos españoles.