El restaurante zaragozano El Puerto de Santa María celebra su 18 aniversario en noviembre. Casi dos décadas bañando de aromas y sabores sureños al Paseo de la Mina. El establecimiento ha mantenido una trayectoria fiel a sus orígenes, aportar a la capital maña lo mejor de la despensa de la Bahía de Cádiz, una característica que le ha valido una clientela fiel y exigente. El espíritu gaditano lo aporta Juan Carlos Ballesteros, un empresario hostelero enamorado de una Zaragoza que conoce bien, desde hace décadas, cuando desempeñaba la labor de controlador de vuelo en el aeropuerto de la ciudad.

En la publicación anterior nos referíamos a algunas jornadas de noviembre que queríamos destacar por su diversos motivos. Pues bien, el restaurante El Puerto de Santa María destaca por un producto irresistible como el Atún Rojo de la Almadraba, un soberbio Jamón 5 Jotas de Bellota, las gambas de la Bahía de Cádiz, y diversas propuestas de pescado fresco procedente del Atlántico.

Juan Carlos Ballesteros y Juan Pablo Chaves, propietarios del establecimiento zaragozano, a ambos lados de Salvador Falcó, responsable de los arroces Val del Falcó.

Los propietarios del establecimiento, Ballesteros y Juan Pablo Chaves, convocaron a un grupo de periodistas para que conociéramos sus Jornadas gastronómicas del Arroz. En este caso, el producto protagonista era de Val del Falcó, y la mano magistral en cocina la aportó Chaves.

Las Jornadas del Arroz se mantendrán durante el mes de noviembre. Se trata de una fórmula sugerente para conocer el resto de una carta bañada por el Atlántico, dejarse llevar por un servicio de sala atento y profesional y sumarse al cumpleaños de este equipo que inició su andadura en el año 1991.

Arroz con rabo de toro, contundente y sabroso, uno de los aciertos de las Jornadas.

Uno de los dos salones del Puerto de Santa María.

Arroz Senia (grano medio, amprado por la D.O. Arroces de Valencia, dejó de cultivarse hace unos años por su bajo rendimiento) para todas las elaboraciones que pudimos degustar, como el del Señorito, el de Carabineros o el de Rabo de Toro, contundente y sabrosa propuesta que, en este último caso, pasa a ser un plato de disfrute obligado.

Cuentan con una zona de tapeo informal en la que se pueden probar las elaboraciones de la casa tanto en la barra como en unas coquetas mesitas. Después de la tapita y el vermú, pasamos a otras estancias en las que nos reciben «Las salinas», «las almadrabas romanas», el arte de la pesca de atunes, la metamorfosis producida en la vida portuaria a lo largo del último siglo, todo ello queda plasmado en evocadoras imágenes de amplio formato que visten las paredes de los salones (Plaza Real y Almadraba).

Diferente, con personalidad definida y el aval de una impecable trayectoria. Anoto este restaurante en mi agenda para seguir teniéndolo en cuenta. Como anuncian sus propietarios, en el Puerto de Santa María tienen previsto mantener un calendario de jornadas gastronómicas mensuales. Así que tendremos que estar atentos a sus próximas iniciativas.

Fotos: Eduardo Bueso