Me lo he pasado muy bien con este vino. Es un verdadero ejercicio de hipnosis voluntaria. Si la añada anterior fue fascinante, ahora nos encontramos con un nuevo compañero de viaje más envolvente y seductor.  Si os parece bien, que estas palabras sirvan como preámbulo navideño de unos de los vinos hipnóticos que pienso incorporar a la cesta de mi compra en las próximas semanas.

Desde Bodega Pirineos me han presentado esta nueva cosecha de este año histórico. Un 3404 blanco que, en palabras de Jesús Astrain, enólogo de la bodega, es  de un “amarillo luminoso como el paisaje del Somontano, esta añada se presenta con una nariz amplia, fresca y cítrica donde las variedades se funden en un solo vino aportando cada una de ellas matices como flores blancas embriagadoras, rosas silvestres, vainillas, lima y hierbabuena. La boca es suave, cremosa, con una rica acidez que acompaña al vino y lo hace más apetecible. Un vino blanco para disfrutar de toda la riqueza de los blancos del Somontano”.

3404 lleva camino de convertirse en el número de moda en el mundo del vino. Número que representa la altura del Pico Aneto, el más alto de los Pirineos. 3404 Blanco Joven es expresión de una tierra ideal para vinos blancos. Tierra de paso, acogedora y generosa, el Somontano ha recibido desde antiguo la influencia de otros territorios, de cerca y de lejos.

Las tradiciones propias se han fundido con corrientes nuevas, y el mundo del vino no ha sido ajeno: la adaptación de variedades alóctonas es un símbolo de integración y fortaleza. Algunas de estas variedades llegaron al Somontano hace más de un siglo y el cultivo se popularizó y extendió hace al menos tres décadas. 3404 Blanco Joven representa como pocos vinos un carácter abierto, rico, fresco, característico de la complejidad y la suma. En su caso, además, por concentrar la personalidad de dos variedades que desde hace décadas se han arraigado en estas tierras de viñedo mágico.