¿Sabes que existe un Bunkerbar en la capital maña? Si estás en Zaragoza en estos momentos no te recomiendo el «terraceo», sino darle el esquinazo a la dichosa ola de calor protegiéndote dentro de un búnker. Lo que conocemos como un refugio de bélicas connotaciones, característico de la Segunda Guerra Mundial, tiene su más grato, sabroso y plausible exponente en la capital del Ebro. Me refiero a Bunkerbar, un restaurante céntrico,  situado en la  Calle Zurita, decorado con atrevimiento, frescura y desinhibición, incluso con algún divertido y excéntrico detalle.

Bunkerbar ha presentado sus propuestas y refrescantes actitudes a la prensa especializada. Se trata de un proyecto empresarial que viene avalado por tres prestigiosos profesionales de la restauración zaragozana: Eloisa Artal, Carol Lasmarías, y el indispensable toque de Iván Maza, que se ve reflejado en la carta.

En este restaurantes encontrarás una cocina de calidad a precios razonables, pero también te sorprenderán con una oferta coctelera amplia, trabajada con esmero y la empatía suficiente para saber el momento apropiado para cada trago.

En nuestra reciente visita comenzamos con un vermú italiano Il profere, magnífica antesala para las Croquetas de carabineros, una ensalada de tomate maduro con burrata, el carpaccio Harry´s bar con parmesano, varios arroces terminados al horno para compartir (campero, negro con chipirones, de plancton, borraja y calamar). Después pasamos a disfrutar de una fideuá de rape y langostinos, seguido de un impecable chateaubriand a la brasa. Por último, el momento laminero llegó en forma de coulán de chocolate blanco y una tarta de queso con coulís de frutos rojos.

En Bunkerbar disponen de maestros de la coctelería que te indicarán la copa idónea para cada momento.

La sala de la planta calle dispone de una cocina a la vista del comensal. 

Búnker situado en el sótano del establecimiento, con capacidad para unas 24 personas. Indispensable reservar.

Los búnkeres se emplearon también en la Guerra Civil española. El Bunkerbar dispone en su sótano de uno de ellos reconvertido en sala privada para 24 personas. Conozco alguno de los búnkeres que todavía se puede visitar en la costa mediterránea, ahora son solamente cascarones testimonio de tristes momentos, somnolientos y abandonados.

Os recomiendo una visita a esta novedosa propuesta aragonesa. El cariño del equipo de sala, su destreza en la elaboración de cócteles, y su acertado recorrido gastronómico hacen de Bunkerbar un espacio destinado a ser cita ineludible en la capital aragonesa.

Fotos: Eduardo Bueso