Wenceslao celebra diez años de trabajo bien hecho. A juzgar por la cita que recientemente tuvo con la prensa, le queda otra década -al menos- de buen hacer.  Se trata de uno de los restaurantes que llena su aforo los martes en Zaragoza. Dato a tener muy en cuenta.

Sus propietarios, Eva Silva y Ricardo Wenceslao, prefieren denominar su proyecto como «Casa de Comidas». Sea como fuere, Eva es una estupenda anfitriona en sala, si bien debo reconocer la labor de Farah Lahabib, que nos atendió impecablemente.

Ricardo está bregado en cocinas exigentes, como la que ha caracterizado al Hotel Boston.  Ambos son felices con su «retoño» y lo transmiten con eficacia mientras sucumbimos a los encantos de uno de sus principales valores: los arroces.

Antes de que hiciera aparición Val del Falcó y el arroz Carnaroli (variedad japónica de la que hemos hablado en otras ocasiones), descubrimos unas exquisitas Alcachofas de temporada fritas con foie, Chipirones a la plancha con piquillo asado a la leña, y unos garbanzos al estilo Wenceslao, que justificaban la celebración del aniversario.

Con posterioridad fueron llegando los cuatro arroces que nos dejaron boquiabiertos. De elaboración impecable, en buena parte gracias a una variedad -la Carnaroli- «de grano grueso, meloso, que desprende mucha fécula, todo un descubrimiento», que ofrece fabulosos resultados y sigue cautivando a los chefs aragoneses, según afirmó el propio Wenceslao.

El recital arrocero fue largo, preciso y reconfortante. Desde un Arroz cremoso de bacalao y carabineros, a un Arroz negro con chipirones o el Arroz con bogavante.

En los postres me sorprendió gratamente un Helado de queso Idiazábal con membrillo y reducción de vino. Y, tras los postres, nos hicimos la tradicional foto de colegas de prensa.

Foto 1: Eduardo Bueso / Foto 2: Gabi Orte